Yo nací hace ya unas cuantas primaveras en esta casa y me hice persona en estos lugares que para mi son los mejores para que un niño crezca sano, en permanente contacto con la naturaleza y aprendiendo todos los días mil cosas. Y es que bien son de verdad las palabras del sabio:
Una persona es feliz en la naturaleza porque la naturaleza no te juzga; simplemente te deja ser.
Foto de Celia y Francisco, allá por el 2005
Los hacedores de la casa fueron mi padre Francisco , estudiado y servicial, y mi madre Celia , el amor en persona.
La casa se empezó a construir en 1969 con lo que mis padres tenían (poco), y era tal y como se ve en la imagen, pero a base de trabajar toda su vida la fueron ampliando.
Es por mi madre por la que la casa recibe el nombre,
lo cual me enorgullece enormemente, además de que para mí ese nombre es sinónimo de paz, amor y tranquilidad. ¡Ojala se pudiese trasladar en el tiempo la preciosidad de jardín que a mi madre tanto le gustaba cuidar!
Hoy en día a mi la vida me ha llevado lejos, pero sé bien de donde vengo y lo luzco allá donde voy:
Los gulansenses son nobles y acogedores. Somos todos como una familia. Y somos un pueblo que si hay que hablar de música, presumo de ser de la Viena gallega por músicos tan ilustres como Rogelio Groba, Miguel Groba, Indalecio Fernández o Luis Soto, y por su secular «Unión de Guláns».
De hecho, no hay aquí casi niño que no sepa algo de música por haber pasado por «La Academia» de la «Sociedad» o por el conservatorio de Ponteareas. Y si tengo que hablar de cultura gallega y tradición, digo que yo nací vibrando con un Rancho de Reis de más de 100 años de tradición. Y cuando toca hablar de gastronomía, soy de tierra de «Pementos» (en mayúscula, por futura Denominación de Origen), nabizas y nabicol.
Si tienen suerte, igual en la “Cultural”, a 500 metros, alguien les puede preparar un rico cocido gallego con algo de pan de millo. Para mí, siempre, Guláns estará en mí, y yo siempre estaré aquí, porque como es sabido,